
Te abrazo: una historia compartida, anónimo
Cuando me sentí invisible

Hola mi nombre es… tengo 25 años, casada y con dos hijos a los cuales amo profundamente. Tengo un esposo que me ama, me trata bien, siempre esta pendiente de mis necesidades básicas económicas, sin embargo cómo mujer a su lado me siento apagada y sin vida.
No siempre fue así, nos conocemos desde la escuela ya que hicimos la primaria juntos, yo siempre estuve enamorada de él y mientras solo era vista como una amiga ante sus ojos, fui testigo de todos sus relaciones, decepciones y rupturas amorosas, estuve ahí pero era en ese momento que no era notada cuando yo me sentí invisible. Siempre me comporte como lo que era una amiga, Ahí fue cuando me sentí invisible por primera vez.
Después de muchas vueltas, finalmente nos hicimos novios, gracias a una amiga en común que le confesó mis sentimientos. Dos años y medio después, nos casamos. Al poco tiempo, nació nuestro primer hijo. Decidimos que yo quedarme en casa para cuidar al bebé y disfrutar mi maternidad. Fue hermoso… pero también solitario.
Mi esposo trabajaba más que nunca. Yo, sola con la maternidad, sin soporte emocional, empecé a sentirme una sombra dentro de mi propia casa. Estábamos bien económicamente, pero yo no recibía su cariño, su afecto. Fue cuando me sentí invisible otra vez.
Un día, Marcos me habló de su hermano Eduardo. Venía de visita después de dos años sin verse. Iba a quedarse con nosotros por tres meses. Al principio me pareció bien… pero Eduardo ya no era el niño que yo recordaba. Se había convertido en un hombre y uno muy hermoso.
No me miraba con inocencia. Había algo en su mirada… no era amor, pero sí deseo. Eso me aterraba. Siempre evitaba estar sola con él. Me mantenía ocupada o en otra parte de la casa. Para entonces, ya era un mueble más para mi esposo.
Una noche, Marcos llamó para decir que no llegaría. Eduardo y yo pedimos comida. Mientras mi bebé dormía, abrimos una botella de vino. Conversamos… demasiado. Él me habló con palabras que me hicieron sentir vista. Me dijo que notaba mi soledad, que Marco no estaba, que me dejaba sola mucho tiempo y que una mujer no se podía descuidar tanto.
Terminamos la botella de vino en la terraza, y ahí, sucedió. Hicimos el amor. No puedo decir que no lo disfruté. Me sentí como cuando Marcos y yo éramos novios. Me sentí viva. Pero también profundamente rota.
Mi cuñado regreso a su universidad. Marco tomó unas vacaciones y poco tiempo después me enteré que estaba embarazada de mi segundo hijo, desde ese entonces no he vuelto a hablar con Eduardo de un nosotros, porque no hay posibilidad de que exista algo más allá de lo que ya sucedió.
Todo lo que paso fue de una noche sin embargo queda la duda de que mi hijo pequeño no sea de Marco lo que me duele profundamente. Eduardo y yo hemos quedado, en que lo que paso esa noche es un secreto que nunca nadie debe saber, a lo que él acepto sin poner problemas por el profundo amor que le tiene a su hermano.
Me despido diciéndote que estoy arrepentida de lo hice y que como consecuencia ahora debo vivir con esta incertidumbre. Nada justifica una infidelidad, si te sientes sola como yo y lo sigo estando, eso no es un motivo.
Mientras tanto yo sigo recordando cuando me sentí invisible.
A ti que estas leyendo esto recuerda que aquí no estamos para juzgar a nadie, por favor comenta con respeto. Si, tú también quieres contar tu historia este botón es para ti.

